lunes, 9 de mayo de 2016

Todo esta presente

Amor que bonita palabra ¿verdad?
Amistad que bonita palabra ¿verdad?
Alegría que bonita palabra ¿verdad?
Felicidad que bonita palabra ¿verdad?
Cariño que bonita palabra ¿verdad?

Destrucción que palabra más fea.
Soledad, que palabra más fea.
Desamor que palabra más fea.
Desconsuelo que palabra más fea.
Enemistad que palabra más fea.
Fea que palabra más fea.

Parémonos a pensar un momento. Pensemos en las cosas buenas de la vida, tu pareja, tus amigos, tu familia... como disfrutamos de ello ¿verdad?
Pero... ¿y las cosas malas? esas de las que nadie quiere acordarse pero que están ahí. En las que nunca pensamos, pero si lo hiciéramos nos daríamos cuenta de que sin ellas nada sería lo mismo.
Somos seres humanos, imperfectos, se supone que los más inteligentes de la tierra y los mismos que son capaces de crear un arma que puede destruirnos en cuestión de segundos.
Cada mañana cuando me levanto pienso en las cosas buenas que tengo y eso me hace coger el día con ganas, pero a medida que avanza, me voy acordando de las malas, que en realidad no son malas sino que nos hacen vivir la vida de una forma que no es agradable. Por eso, yo propongo una cosa, pensemos en las cosas malas que tenemos, deprime, sí. Pero, ¿qué sería de las buenas sin ellas?
No os ha pasado que después de una mala racha disfrutáis más de las cosas, tenéis más ganas de vivir, de levantar cabeza, de seguir adelante.
Todo en la vida ocurre por alguna razón tanto las cosas buenas como las malas, por eso, cuando estemos en una mala racha sólo hay que esperar un poco y pensar que cuando veamos un rayito de Sol le vamos a coger con ganas y disfrutarle en el momento.
 Dejamos pasar muchos trenes por miedo de subirnos a ellos y no saber que pasará, pero lo único que pasa es nuestra vida que se vuelve triste si no la damos un poco de emoción, por eso vamos a coger cada tren que se nos ponga por delante, cada oportunidad, no desperdiciemos nada y menos por miedo ya que puede ser una de esas cosas que nos haga disfrutar al máximo. 
Vamos a llenarnos de buenas palabras y expectativas, pero teniendo presentes siempre las malas, esas de las que nadie se acuerda y que sin ellas nada sería lo mismo.

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